El grito libertario de Sucre, en 1809, irrumpió en todo el Alto Perú (hoy Bolivia), uniéndose la provincia de Santa Cruz de la Sierra el 24 de septiembre de 1810. Uno de los antecedentes de las luchas de independencia fue protagonizada por los negros que se sublevaron en agosto de 1809. Ellos trabajabas en las casas como sirvientes y se “habían enterado a través de sus amos del primer grito libertario (…) en la ciudad de la Plata (…) y esperaban a que sus amos les otorguen la libertad” (Peña, 2006).
Iniciada la revuelta, en septiembre de 1810, los “doctores que habían estudiado en Charcas se levantaron y proclamaron el nuevo gobierno siguiendo el ejemplo de la Junta de Buenos Aires, este levantamiento lo liderearon: el Dr. Antonio Vicente Seoane, el coronel Antonio Suárez, el Cura José Andrés Salvatierra, Juan Manuel Lemoine y el argentino Eustaquio Moldes llego hasta Buenos Aires y debía difundir las ideas a favor de la Patria (Peña, 2006).
En el proceso revolucionario, al igual que otras ciudades, las mujeres tuvieron una partición muy activa y desempeñaron un rol importante. Se cuenta que “mujeres de diferentes estratos sociales, desde negras esclavas hasta las dueñas de haciendas [estuvieron involucradas, realizando tareas de] espionaje de sus enemigos, recolectando información. También apoyaron con la alimentación y cobijando a los soldados en los campos de batalla, auxiliaron a heridos y recogieron los cuerpos de los soldados muertos. De igual manera, salvaron vidas. Incluso, se vieron en la situación de esconder a perseguidos y en muchas ocasiones sus casas fueron prisiones temporales” (Peña, 2006).
Entre el conjunto se puede mencionar a María Velazco de Ibáñez quien, en 1815, “salvó a su pueblo (…) de la contribución de guerra que le impuso el coronel Manuel Antonio Blanco (…) contribuyendo por él la suma de 4,000 pesos. El coronel Blanco dejó Santa Cruz” (Urquidi, 1916:231) en busca de los patriotas que lo emboscaron y mataron en las batallas de Piray y La Florida.
Otra valerosa mujer cruceña fue Rosa Montero, madre del guerrillero José Manuel Mercado, quien combatió junto a Ignacio Warnes. En 1816, después de la derrota de las fuerzas patriotas en la batalla de El Pari, Montero tuvo que buscar refugio en la provincia de Cordillera. “A fines de 1817, los agentes [del realista Francisco] Aguilera, arrostrando reveses y empleando dinero en sobornar, lograron capturar a doña Rosa Montero”, junto a su hermana Micaela Montero y la hija de Warnes, María Antonia Warnes. Todas ellas fueron conducidas presas a Santa Cruz (Urquidi, 1916:232).
No se tiene mayor detalle de sus actuaciones, pero al menos la historia ha conservado algunos otros nombres de mujeres que también forman parte del espíritu generoso y patriota de la mujer cruceña: Teodora y Dolores Seoane y Francisca López.
Bibliografía
Peña, P. (2006). Santa Cruz en luchas Independentistas de 1809-1825. Historias de Bolivia - Archivos Históricos. Urquidi, J. (1919). Bolivianas ilustres. La cultura femenina en nuestra evolución Republicana. La Paz: Arnó Hermanos libreros editores.RECURSOS MULTIMEDIA
No existen datos