Nació en La Paz, un 3 de abril de 1785. Hija del español Francisco Xavier Juaristi Eguino y de la criolla María Antonia Diez Medina, quien murió después del parto. Su padre fallecería dos años después. Fue la única heredera de varias casas, una en la calle Chirinos, otra en Churubamba, otra en la calle de los hospitales, así como la hermosa casa llamada tambo Quirquincho, los extensos solares en “Hunturuni”, “Chapicalle”, y en “Caja de Agua”. Sus haciendas no eran menos: Cedromayo en yungas, varias en Ríos Abajo, Cuñipata en Laja, Pillapi en Tihuanacu, Calcachapi en Caracato, Sapahaqui y otras (Seoane, 1997).
Creció siendo criada por su hermano Pedro Eguino (diplomado en letras), quien se encargó de inculcarle los mejores principios y que recibiese la mejor educación (Urquidi,1919). Viendo las convicciones políticas de su hermano, en ella se había generado un sentimiento humanitario y de pertenencia e identificación con el lugar y su gente.
Se casó con Rodrigo Flores Picón, quien murió en 1801 (Crespo, 1925); sin embargo, la muerte de su esposo no la debilitó, al contrario, fortaleció y generó convicción en sus ideales. Al año siguiente se casó con Mariano de Ayoroa (Gómez de Aranda, s/f.), divorciándose posteriormente por la lealtad de Mariano al ejército español, traducido en el divorcio por incompatibilidad.
Durante la revolución del 16 de julio de 1809 se dice que Vicenta Juaristi fue la primera en organizar reuniones conspirativas secretas, tras el denominativo de tertulias, en sus inmuebles. Esto se debió a que los varones eran férreamente vigilados por la guardia española, mientras que veían la organización de la mujer como insignificante.
La casa ubicada en la calle chirinos (De la Torre, 1977) fue sede principal de dichas reuniones. Además, puso a disposición sus casas para la fabricación de municiones, como la ubicada en Alto de Santa Bárbara (Seoane, 1997), en la que trabajaban muchas mujeres del pueblo y a través de ellas se llegaba a otras mujeres, invitándolas a participar y apoyar la revolución.
En este proceso conocería a quien sería su compañera inseparable, Úrsula Goizueta (Goyzueta), y a otras mujeres comprometidas con la causa libertaria como Simona Manzaneda; con quienes prepararon muchos complots, y desarrollando también la actividad de espías e informantes, llevando instrucciones escondidas en sus presillas y penetrando cuarteles infiltradas como si fueran vendedoras.
Previo al estallido, el 29 de Junio de 1809, con el pretexto de que sería el cumpleaños de su hermano, reunió a los principales involucrados, mostrándoles la cantidad y calidad de las municiones que se estaban produciendo en su fábrica, se dice que en esa reunión también se fijó el día en que estallaría la revolución (Seoane, 1997). Tras el estallido, probada la victoria por la toma de cuarteles, la misma les será arrebatada el 25 de octubre de 1809 (Reyes,2018), lo que ocasionó que su hermano y otros patriotas fugasen.
Pedro se enlistó en las tropas del ejército argentino, mientras Juaristi continuó apoyando ardientemente la causa libertaria al poner su fortuna al servicio de la guerra. Continuó en su labor de informante, llegando a ser el conducto de comunicaciones secretas entre Lima, Cuzco y Buenos Aires. Por esta hazaña el primer diario en su memoria, publicado en 1885, la describe de la siguiente manera: “¡Ah! la Azurduy de Padilla peleaba en los campos de batalla por la patria, era la Débora del patriotismo; pero la Eguino era la madama Roland de los Girondinos de La Paz. Ella les inspiraba su entusiasmo, su amor a la libertad, su patriotismo por la gloria republicana. No era docta como la baronesa de Stael, pero tenía el corazón de Judhit o de Carlota Corday” (Urquidi, 1919).
En el trajín de la revolución presenció la captura y muerte de sus fieles compañeras y otros patriotas en 1816 y, en 1819, recibió la noticia de la muerte de su hermano. A pesar de los duros golpes continuó firme en la causa. En 1825, alcanzada la tan anhelada independencia, dirigió las siguientes palabras a Simón Bolívar:
“Ilustre libertador, habéis cumplido la misión de los mártires del año nueve, que regaron con su sangre el árbol frondoso de la independencia americana, entrad a la cuna de la Libertad, que vuestra espada triunfante abra esta puerta para que retoñe y fertilice con vuestra sombra benéfica. La América entera os contempla y el pueblo paceño os felicita, y los patriotas presentan esta guirnalda como enseña de gratitud” [sic] (De la Torre, 1977).
Finalmente, Vicenta Juaristi dio su último suspiro el 13 de marzo de 1857. Perteneció a la generación de los valientes, de lucha infatigable, un prototipo de genialidad revolucionaria, su existencia legendaria perdure en las historias de Bolivia.
Bibliografía
Seoane, A. (1997). Vicenta Juaristi Eguino La revolucionaria de La Paz. La Paz: Ministerio de Desarrollo Humano. De la Torre, A. (1977). Mujeres en la Independencia. La Paz: Ultima Hora. Crespo, L. (1925). Doña Vicenta Juaristi Eguino. La Paz: Renacimiento. Urquidi, JM. (1919). Bolivianas Ilustres Tomo I. La Paz: Libreros Editores. Real Academia de la historia (S/f.). Vicenta Juaristi Eguino. Reyes, J. (2018). Batalla de Chacaltaya 25 de Octubre de 1809. La jornada.
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