Cholitas escaladoras

“(…) escalan una montaña en los Andes bolivianos

vistiendo su ropa tradicional como símbolo de liberación”

Periodista Martín Silva para AFP

Citado en Fischer, 2022

 

Al igual que en otras actividades, otra hora el alpinismo se encontraba asociado a la masculinidad no solo por la fuerza que implica llegar hasta la cima de una montaña, sino también por los roles establecidos para varones y mujeres en la sociedad. Esta realidad comenzó a cambiar cuando la japonesa Junko Tabei se convirtió en la primera mujer en ascender al Everest en 1975. Junko comenta que la “(…) tradición social y cultural [en Japón] tenía relegada a las mujeres al papel de esposas, madres y amas de casa”, tanto que “(…) incluso después de adquirir un notable prestigio y fama fue criticada por descuidar a sus hijos mientras ella se dedicaba a escalar (…)” (Marca, 2016).

En Bolivia, muchos años después de la hazaña de Junko, un grupo de mujeres de pollera —más conocidas como las “Cholitas escaladoras de Bolivia Warmis”— también fueron objeto de discriminación. Cecilia Llusco, una de las integrantes, recuerda que un grupo de hombres les dijeron “¿Qué están haciendo estas mujeres aquí, en la montaña? Ya no va a nevar, ya no va a llover”, después de que conquistaran la cima del Huayna Potosí en 2015 (La Razón, 2020). Por su parte, Lidia Huayllas recuerda que los guías varones no querían permitirles el ascenso a las montañas, menos tenerlas de guías: “¿cómo puede una mujer de pollera estar guiando, como puede subir la montaña?”, cuestionaban (Ríos, 2021).

Con el tiempo, en base a esfuerzo, perseverancia y dedicación las “cholitas escaladoras” se han convertido en una inspiración, reivindicando su cultura aimara, sus raíces y la “lucha de género por medio del montañismo” (Fischer, 2022).

Dora Magueño Machaca, Ana Lía Gonzales Magueño, Cecilia Llusco Alaña, Lidia Huayllas Estrada y Elena Quispe Tincuta, entre otras muchas mujeres, se desempeñaban como cocineras de alta montaña y porteadoras (cargando mochilas de hasta 30 kilos de peso) en el Huayna Potosí para los turistas; algunas de ellas ayudando a sus esposos que eran guías, por ejemplo. Poco a poco la curiosidad las fue invadiendo, hasta que se organizaron para escalar aquella montaña.

Lidia Huayllas nos cuenta el proceso: “Yo veía a los turistas regresar cada vez, contentos los que habían logrado hacer cumbre y tristes los que no. Cada cliente que bajaba de la montaña nos preguntaba ¿Y tú? ¿Ya subiste al Huayna Potosí, o al Illimani o a cualquier otra montaña? Y teníamos que decirles que no, pero cada vez nos fue creciendo más la curiosidad sobre cómo sería llegar arriba” (Educando en igualdad, 2019).

La posibilidad de escalar ya significa un enorme reto, pero hacerlo con pollera lo hacía no solo más complejo sino peligroso. Dora Magueño recuerda que su esposo que es guía, Agustín, le decía: “(…) yo he pasado cursos en la montaña, no tenemos que ir ninguna cosa colgada (…) todo recogido tiene que ser (…) por ahí se te va a enganchar [la pollera], y el granpón se te va a enganchar, no creo, qué vas a subir [sic]” (DW, 2020). A pesar del peligro, ellas decidieron escalar con sus mantas, polleras y awayos. Ana Lía Magueño, hija de Dora, consultada sobre por que decidió escalar el Huayna Potosí con pollera en su primera vez, aseguró: “(..) por que es una identidad, esta es mi raíz, (…) me considero aymara, mis orígenes son aymaras, mi abuelita es aymara, mi madre también, (…) yo he vivido esos momentos [de discriminación por vestir pollera] (…) es reivindicar mis raíces, [nuestra] historia” (DW, 2020).

El Huayna Potosí solo fue el comienzo. Entre 2015 y 2018 conquistaron la cima de otras montañas de los Andes: “el Acotango (6.050 m.), los volcanes gemelos del Parinacota (6.350 m.), el Pomarapi (6.650 m.), el Illimani (6.462 m) y el más alto de Bolivia, el nevado Sajama (6.542 m.). A principios de 2019, enfrentaron el Aconcagua [la montaña más alta del continente americano], de 6.960 metros” (Ríos, 2021). Esta última hazaña fue representada en una película/documental “CHOLITAS”, siendo un éxito y galardonada con diferentes premios (BANFF Centre, s/f):

  • Premio del Jurado BBK Mendi Film Bilbao-Bizkaia 2019
  • Gran Premio Festival Gorniskega Filma 2020 (Eslovenia)
  • Premio del Público Mejor Película de Alpinismo Trento Film Festival 2020 (Italia)
  • Premio a la Solidaridad y Trentino Forum por la Paz y los Derechos Humanos Trento Film
  • Festival 2020 (Italia)
  • Diable d’Or Montaña Festival du Film Alpin des Diablerets 2020 (Suiza)
  • Italian Alpine Club Award Cervino Mountain Film Festival 2020 (Italia)
  • Premio Personaje Festival de Cine de Montaña de Ushuaia 2020 (Argentina)
  • Mejor Película Cultura de Montaña. Banff Mountain Film Festival 2020

Los éxitos de estas mujeres bolivianas están muy lejos de terminar, pues muchas de ellas sueñan con conquistar la montaña más alta del mundo, el Everst con 8,849 metros, y como asegura Cecilia Llusco “para que mis polleras flameen allí” (ONU MUJERES, 2021). Esta es parte de la historia de un valiente grupo de mujeres de pollera, que pasaron “[…] de ser quienes alimentaban y asistían a los escaladores a ser ellas mismas quienes conquisten las cimas” [sic] (Ríos, 2021).

Bibliografía
BANFF Centre (s/f). Cholitas.

DW (2020). La llamada de la montaña.

Educando en Igualdad (2019). El ascenso imparable de las “cholitas escaladoras”.

Fischer, A. (2022). Por qué un grupo de mujeres aimaras practican andinismo con sus vestimentas originarias.

Marca (27 de octubre de 2016). La difícil vida de las mujeres alpinistas.

La Razón (9 de septiembre de 2022). Cholitas Escaladoras. Conquistan montañas contra el machismo. La Paz

Ríos, L. (2021). Lidia Huayllas: la historia de la cholita que se convirtió en escaladora.

ONU MUJERES (2021). Mujeres indígenas bolivianas buscan poner fin a la violencia de género escalando las montañas más altas de América Latina.

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