Autor: Julio Cesar Bayardo Espinoza Fuertes (La Paz)
Biografía Ganadora - II Concurso Nacional de Ensayos Biográficos "Mujeres en Nuestra Historia"
“Hoy, 21 de julio de 1946, no sólo ha muerto Gualberto,
sino que hoy también yo me libero como mujer”
Emma Gutiérrez Aramayo nació el 8 de agosto de 1908 en la ciudad de La Paz. Hija de terratenientes, perteneció a una familia de elite que gozaba de comodidades y privilegios económicos. Emma se casó en 1927 con el hombre que amaba, Daniel Bedregal Vera, quien la impulsaría a ejercer un liderazgo político más adelante.
En 1932 su esposo partió al conflicto bélico entre Bolivia y Paraguay, donde compartió escenario con Gualberto Villarroel López. La estrecha amistad y la sincronía en sus ideales (una fina sensibilidad y compromiso social) hizo que Daniel fuera designado como diputado, tan pronto como Villarroel asumió la presidencia del país (1943).
Ese acercamiento significó un cambio de esencia ideológica en la familia Bedregal Gutiérrez, donde ese telón de fondo con que la familia había crecido, lleno de lujos y adornos de clase, serían reemplazados por una nueva postura: la renuncia a todo y la defensa de los sectores populares. Desde entonces Emma Gutiérrez fue conocida como una “movimientista k´ara zapato”, expresión que alude al despojo de lo material y del privilegio de clase, para convertirse en representante del nacionalismo, que defendía la ampliación de la ciudadanía y del sentido de lo boliviano (Franco, 2017).
El 20 de julio de 1946 se escribiría una de las páginas más oscuras en la historia del país: el asesinato indigno del entonces presidente Gualberto Villarroel. Esta revuelta manchada de sangre inició una fría persecución a sus colaboradores más próximos. Ante las latentes amenazas, Daniel Bedregal tuvo que exiliarse, dejando a su esposa y a sus hijos dentro del país.
Emma asumió el reto y ejerció una nueva faceta subversiva e iniciaría su carrera política con más empuje. Junto a otras mujeres encabezaron un sector de resistencia, llamado “Comando Femenino”. Este grupo se aproximó a la causa y defensa del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que compartía los principios y las bases de reivindicación social que buscaban. Esta lucha y ayuda que brindó el “Comando Femenino” a dicha organización política recorrió todo el periodo del “sexenio”, más precisamente desde el colgamiento de Villarroel hasta la tan esperada Revolución del 9 de abril de 1952 (Gueiler, 1957).
Durante aquel periodo, Emma Gutiérrez y varias mujeres (llamadas “Comando Femenino del MNR”) adquirirían varias funciones en beneficio de la revolución, entre ellas: la primera huelga de hambre femenina, distribución de armamento durante las campañas subversivas, labor propagandística a favor del MNR, socorro a heridos durante los conflictos y la preservación de la vida de los hombres perseguidos.
Pero particularmente Emma Gutiérrez, tuvo una labor más celestial. Ella, además, alfabetizaba a los indígenas; vendía sus joyas y bienes materiales para solventar y asegurar la supervivencia de los dirigentes del MNR; convertía ingeniosamente su casa en un restaurant que le sirviera de camuflaje para la conspiración de los altos mandos; vestía a los dirigentes de albañiles para que no sean atrapados, incluso en una ocasión, salvó la vida de Hernán Siles Suazo (sub jefe del MNR). Emma Gutiérrez y las voces de sus hijos fueron el verdadero escudo y espada que se opusieron a la violencia gubernamental durante el “sexenio”.
El 9 de abril de 1952 estalló la insurgencia popular y tras la victoria de la revolución y la llegada de Víctor Paz Estenssoro al país, se abrieron las puertas a un nuevo camino de reformas democráticas y políticas en el estado. Durante la primera presidencia de Víctor Paz Estenssoro se estableció el D.S.4315 (1956) que permitió a las mujeres e indígenas ser representantes dentro de los poderes públicos (Vicepresidencia del Estado Plurinacional, 2016).
Durante el “Congreso General del MNR”, en la presidencia de Hernán Siles Suazo (1956), se tomó la decisión unánime que Emma Gutiérrez sea la primera mujer en gozar de la investidura parlamentaria; una decisión justa que reconoce y testifica su lucha política.
Y así, el 2 de agosto de 1956, Emma Gutiérrez Aramayo de Bedregal tomaba su curul, posicionándose como la primera mujer parlamentaria en la historia del país. Este nuevo cargo fue asumido por el lapso de dos años, después no intervino más en la institucionalidad estatal, ya que ella tenía una postura crítica respecto al poder. Ella señalaba fehacientemente que su lugar no estaba en el escritorio del estado, sino junto al pueblo. Devota a este credo, Emma, al finalizar las sesiones parlamentarias, abría un espacio personal para escuchar, atender y socorrer, con mucho gusto, a todo el gentío que se enfilaba hasta altas horas de la noche. Esto representa en lo más fiel de la palabra: la verdadera política.
“Doña Emma” como la llamaban en señal de respeto y cariño, murió en 1977, siendo así que hasta el mismo dictador Hugo Banzer Suárez declaró duelo nacional por su deceso, colocando en manifiesto el triste significado de su partida.
Pero Emma Gutiérrez dejó un legado esculpido en oro, una mujer que ha vestido con cada gramo la camisa del nacionalismo, donando su sueldo a los más necesitados, escuchando a los que no tienen voz y estando siempre ahí, donde el latido del país es más pujante: con el pueblo.
Bibliografía
Vicepresidencia del Estado Plurinacional (2016). Mujer y poder en la historia de Bolivia: Nro. 2. Bolivia: La Migraña. Franco Pinto Daniela. (2017). Insurgencias femeninas hacia el epicentro del poder. La Paz: Vicepresidencia del Estado Plurinacional. Gueiler, Lidia. La Mujer y la Revolución. La Paz: Los Amigos del libro. 1957.
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