Nació en Carabuco, un puerto del Lago Titicaca. En vida fue poseedora de alrededor de 12 propiedades entre estancias y haciendas: “Yanari” en el cantón de Achocalla; “Vilacaya”, en el cantón Carabuco; “Chusichusini”, en la Villa de Lanza – Yungas; “Santa Gertrudis”, “Monte Rojo”, “Pauchinttani”, “Vilaque”, “Querajata”, “Pocomaya”, “Chaguaya”, “Putina”, más la casa de su barrio de Loroquere, aledaño a la Iglesia de San Francisco (De la Torre, 1977), por lo que se puede interpretar que gozaba de una condición acomodada.
Úrsula fue una joven intrépida, de espíritu guerrero, “alma grande y energía sobrenatural”, que “aún a costa de su vida y su fortuna” mantuvo el “fuego del patriotismo” de las y los revolucionarios paceños de 1809 (Aranzaes, 1915). Fue compañera inseparable e incondicional de la destacada revolucionaria Vicenta Juariste Eguino. En 1811 sufrió persecución por parte del general realista José Manuel de Goyeneche, pudiendo escapar junto a su compañera Vicenta y refugiándose en Sapahaqui, junto a otros indios y sus familias.
Disfrazándose de india, una de las funciones que desempeñó Úrsula fue transportar mensajes de los patriotas confabuladores, acompañando a Simona Manzaneda. Una de las hazañas memorables que se le recuerda es que, en 1814, capitaneó a los patriotas desde el barrio de Santa Bárbara y en compañía de Ramona Sinosaín dispararon fuego desde un cañón contra las tropas realistas, logrando una importante victoria (Aranzaes, 1915). Se dice también que el 28 de septiembre del mismo año actuó en la derrota y linchamiento del gobernador español de La Paz, Valde Hoyos.
En 1816, Úrsula fue capturada y entregada a manos del coronel realista y gobernador de La Paz, Mariano Ricafort, siendo obligada a contribuir la suma de 4000 pesos al contado (Urquidi, 1919). Además, en castigo por sus actos, fue rapada, sacada de la cárcel para despojarle sus vestimentas y ser paseada por las calles sobre un asno; posteriormente, fue azotada de manera pública y atada al palo de una horca, permaneciendo así durante todo el día en la Plaza Mayor (Plaza Murillo). Soportó castigos de manera honorable y con mucho orgullo. Esto acrecentó el espíritu de lucha de los patriotas que mantenían ardiendo su espíritu por la libertad.
Con delirio y fiebre, Úrsula falleció en agosto de 1854.
Bibliografía
Aranzaes, N. (1915). Diccionario Histórico del Departamento de La Paz. La Paz: La Prensa. De la Torre, A. (1977). Mujeres en la Independencia. La Paz: Ultima Hora. Urquidi, M. (1919). Bolivianas ilustres. La cultura femenina en nuestra evolución republicana. Tomo II. La Paz: Arnó Hermano.
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