Natividad Maldonado Yujra - Abriendo la senda de la participación femenina en Irupana
1953 - presente

Autor: Guimer M. Zambrana Salas

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Aquella mañana de 1960, en la que intentaron obligar a su padre a modificar su voto, marcó para siempre la vida de Natividad Maldonado Yujra, la primera secretaria ejecutiva de la Federación de Mujeres Campesinas de Irupana, Yungas de La Paz. Don Florencio había caminado dos horas, junto a su pequeña hija, para llegar al centro poblado. No era un día cualquiera, él iba a estrenar su derecho a elegir a sus gobernantes. Tenía en sus manos la papeleta rosada, lista para votar por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), cuando se le acercó un caballero que se la arrebató y le dio la de la Falange Socialista Boliviana (FSB): "¡Por ésta tienes que votar! Yo dije: ¿por qué a mi papá le hacen esto? Me ha dado pena verle a mi papá, él no ha podido responder nada, se ha quedado calladito. Se ha ido a conseguir otra papeleta y ha votado siempre por el Movimiento".

Nació en 1953, justo el año de instauración de la Reforma Agraria. Pero en Irupana no fue sencillo poner en práctica aquello de que "la tierra es de quien la trabaja". El centro poblado era un reducto falangista, cuyos militantes estaban decididos a detener el curso de la historia. "Todavía había la hacienda en mi comunidad cuando yo era niña. Mi mamá, Florencia, iba tres días de la semana a la cosecha de coca para la patrona, dos días gratis y uno le pagaba", testimonia.

Comenzó tarde la escuela porque ésta llegó a su lugar recién cuando ella iba a cumplir 10 años. Ahí cursó hasta tercero básico, era lo único que había. La trasladaron a la unidad educativa del centro poblado para que continúe, pero la viruela, su edad y un contexto poco amigable para una niña que salía del campo terminaron por alejarla de las aulas.

Bastante joven se conoció con Mario Chipana, quien había llegado a Irupana desde Millocato, municipio de Mecapaca. Hicieron familia y se asentaron en Barbecho, donde cultivaron sus ilusiones. Una vez al mes había que asistir a la reunión del sindicato de la comunidad. Tuvieron su primer hijo y su marido prefería que ella lo representará: "Ahí vas a estar en la sombra con la wawa, yo aprovecharé para ir a trabajar".

No era la única mujer que iba a las reuniones mensuales, pero todas ellas sólo hacían acto de presencia. Y si era de asumir alguna decisión se disculpaban indicando que debían consultar con sus maridos. "Yo también le decía a mi esposo: 'si algo aprueban, ¿voy a apoyar?' 'Vas a ver, pues, si varios apoyan, apoyas nomás, vas a decidir', me decía". Pero Natividad no había nacido para únicamente apoyar, no tardó mucho en cobrar protagonismo: "Me gustaba estar, plantear algunas cosas". Le habían abierto una rendija, ella estaba decidida a abrir las puertas…

Cuando su marido reaccionó, Natividad ya estaba empoderada: "A veces se enojaba, será también el momento que él me necesitaría, no había quién haga lo que tengo que hacer, cocinar, por ejemplo. Darle desayuno, almuerzo, ha debido saber incomodarse, cansarse con el trabajo y por eso me llamaba la atención", lo justifica, aunque rescata que casi siempre la apoyaba.

No tardó mucho en ser elegida secretaria general de su sindicato. La representación de su comunidad la obligó a salir, ya sea para asistir a reuniones de la federación campesina o para hacer trámites. Pese a la susceptibilidad de varios de los comunarios, su gestión tuvo tal éxito que la reeligieron por una más y hasta intentaron una tercera.

Era la primera vez que una mujer dirigía un sindicato agrario en Irupana. Quizá por eso cuando fue convocado el Primer Congreso de Mujeres Campesinas, en 1983, fue la primera postulante en la que pensaron en su Central. Ella no quería, le parecía una responsabilidad muy grande. Pero sus dirigentes la convencieron argumentando que iba a tener un cargo secundario en el directorio. No fue así: "Hemos salido al frente las elegidas en cada central, ahí tenían que hacer fila. Todas las mujeres a mi fila, la fila salía por la puerta hasta afuera, las demás tenían nueve, 17, 20, así nomás. Directo he sido elegida, yo no sabía qué decir".

No eran tiempos fáciles para quienes ejercían el liderazgo sindical, menos aún para las mujeres. Tenían que movilizarse con sus propios recursos y los precios de los productos del campo habían pasado de la hiperinflación de Siles Suazo a la libre importación de Paz Estenssoro. Natividad Maldonado tenía el desafío de construir las bases de una organización que apenas contaba con nombre: "Ha sido mucho sufrimiento, ahora hay caminos, hay movilidades, tenía que andar cargando mi aguayo, mi nylon, a patatín, acompañando al Ejecutivo, aprovechando para hablar con las mujeres, que organicen otro sindicato, otros solo aceptaban que se elija representantes".

Su cargo la proyectó a otros espacios fuera de su municipio: Fue vocal de la Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca) y secretaria de Actas del directorio de las "Bartolinas" a nivel nacional. Su carrera concluyó con su elección como concejala por el Movimiento Al Socialismo (MAS), en 2010, ente municipal del que llegó a ser presidenta.

Natividad Maldonado reconoce que la situación de las mujeres ha cambiado bastante desde que se animó a incursionar en la vida sindical. Ella está contenta de haber contribuido en algo a romper esos esquemas que trataban de impedir que su papá vote libremente y que sus compañeras asistan de sólo oyentes a las reuniones: "Me cuentan que muchos decían por qué no eres como la Nati, la Nati es así, así hace, participa, diciendo".

Bibliografía
Entrevista personal realizada a Natividad Maldonado Yujra (07/09/2024)

Revista "El Mancebao". (2010). "Una revolución que tardó en llegar"

Montenegro Ernst, D. y Guzmán Bowles, A. (CEPAL). Inversión y productividad en el sector agrícola-agroindustrial boliviano: caso de la agricultura comercial período 1985-1998

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